Comienza a hartarme el merchandising del "Señor Brown". Primeramente, he de decir que no he leído el libro y no tengo la más mínima intención de hacerlo. Y, evidentemente, vería cualquier otra película en el cine antes que ésta. Y eso que sale mi querido Tom Hanks, que supongo que habrá que perdonarle este desliz mediático. Lo digo porque la trayectoria de este actor es demasiado prestigiosa como para haber tropezado con semejante, y lo digo sin reparos, bodrio.
Y que conste que si la historia de este nuevo rico Brown hubiera quedado en una novela de aventuras o de misterio o de lo que fuera, incluso con película y todo lo hubiera aceptado con bastante conformismo.
Pero el circo comercial y mediático que se ha creado en torno a esta novela pseudo-histórica me parece deleznable y absurdo. Es una moda más, no un icono intelectual, ¡Por Dios! (valga la redundancia). Y es que de repente, en una sociedad en la que parece ser que nadie lee, ahora se vende su "novela" como churros y todo el mundo se las da de intelectual por seguir a este mamarracho de medio pelo -repito que no me ha hecho nada pero a veces no viene mal hacer pagar las fustraciones de una a un personaje como éste-.
Quizá a estas alturas alguien me tache de una especie de monja que ha puesto el grito en el cielo y que está de parte del Vaticano. Ni mucho menos. Yo, sinceramente, no aprendí ni me creí nada en la asignatura de religión que cursé en el instituto, no sé nada de la Biblia, ni del famoso "Código Da Vinci"; pero sé que, igual que en su dia el cristianismo atrajo a las masas, hoy lo hace de nuevo otra religión surgida de una astuta campaña publicitaria: ¡Bienvenidos a la nueva religión del Código Dan Brown!!
Curiosamente, en torno a toda esta parafernalia de códigos secretos, se ha unido la afición de hacer sudokus. ¿Es que soy la única aburrida persona a la que no le interesa en absoluto descifrar tanto código? Miro un tanto atemorizada cómo todo el mundo tiene una asombrosa habilidad para leerse el Código Da Vinci de un tirón, resolver cuatro sudokus de dificultad media-alta y luego filosofar acerca de cómo nos ha engañado la Iglesia durante años y lo deseosos que están de ir al estreno de la película. Aterrador.
Por tanto, considero que no es más que un engaño dentro de otro engaño, sólo que éste último, gracias al marketing y a la dulce pólemica que tanto vende, ha tenido más gancho.
Feligreses de Dan Brown, disfrutad de la peli. Mientras tanto, yo seguiré intentando descifrar el código del marketing para montarme en el dólar y fundar mi propia religión.
Amén.
Y que conste que si la historia de este nuevo rico Brown hubiera quedado en una novela de aventuras o de misterio o de lo que fuera, incluso con película y todo lo hubiera aceptado con bastante conformismo.
Pero el circo comercial y mediático que se ha creado en torno a esta novela pseudo-histórica me parece deleznable y absurdo. Es una moda más, no un icono intelectual, ¡Por Dios! (valga la redundancia). Y es que de repente, en una sociedad en la que parece ser que nadie lee, ahora se vende su "novela" como churros y todo el mundo se las da de intelectual por seguir a este mamarracho de medio pelo -repito que no me ha hecho nada pero a veces no viene mal hacer pagar las fustraciones de una a un personaje como éste-.
Quizá a estas alturas alguien me tache de una especie de monja que ha puesto el grito en el cielo y que está de parte del Vaticano. Ni mucho menos. Yo, sinceramente, no aprendí ni me creí nada en la asignatura de religión que cursé en el instituto, no sé nada de la Biblia, ni del famoso "Código Da Vinci"; pero sé que, igual que en su dia el cristianismo atrajo a las masas, hoy lo hace de nuevo otra religión surgida de una astuta campaña publicitaria: ¡Bienvenidos a la nueva religión del Código Dan Brown!!
Curiosamente, en torno a toda esta parafernalia de códigos secretos, se ha unido la afición de hacer sudokus. ¿Es que soy la única aburrida persona a la que no le interesa en absoluto descifrar tanto código? Miro un tanto atemorizada cómo todo el mundo tiene una asombrosa habilidad para leerse el Código Da Vinci de un tirón, resolver cuatro sudokus de dificultad media-alta y luego filosofar acerca de cómo nos ha engañado la Iglesia durante años y lo deseosos que están de ir al estreno de la película. Aterrador.
Por tanto, considero que no es más que un engaño dentro de otro engaño, sólo que éste último, gracias al marketing y a la dulce pólemica que tanto vende, ha tenido más gancho.
Feligreses de Dan Brown, disfrutad de la peli. Mientras tanto, yo seguiré intentando descifrar el código del marketing para montarme en el dólar y fundar mi propia religión.
Amén.
Amaia Santana
Nota: La foto ha sido "captada" de aquí.
