viernes, junio 25, 2010

Bikinis, trikinis y demás amigos veraniegos


Llega el verano, y como cada año nos toca la divertidísima tarea de comprar bañador nuevo.

Y he ahí la terrible condena pre-veraniega: intentar comprar un bikini/trikini/bañador y no morir ni traumatizarnos en el intento. Mi más sincera opinión es que los hombres son unos suertudos en este aspecto: o ceñido marca paquete o cortinilla de wáter y anchito para disimular posibles defectos.

Pero lo de ser mujer tiene una desventaja más que añadir a la lista: encontrar un traje de baño que te quede bien es casi imposible.

Cuando vamos a la caza de nueva vestimenta playera lo primero es buscar un color con el que al principio de temporada no parezcas ni horriblemente blanca ni especialmente gilipollas.

Creedme, no es tarea fácil. De los tonos pastel mejor olvidarse, el negro te hace aun más blanca, y el blanco mejor ni mentarlo. Así que lo mejor es optar por colores vivos, que disimulen la pinta de cadáver fresco que tienes.

A mitad de verano si consigues ponerte moren la cosa cambia bastante, que un buen bronceado puede disimular un mal bikini siempre que no sea de estampado multihorror (esos son directamente imposibles de disimular, solo dan grimita).

Una parte de abajo de bikini de Roxy (el estampado tiene tela).

Y, por supuesto, también hay otro tema que todas hemos sufrido: encontrar un bikini de dos piezas que te queden bien juntas. Si el sujetador no es pequeño, y solo te tapa el pezón, la braga seguro que es de tamaño Barbie y enseñas todo lo que no se ha de enseñar (si eres Paros Hilton tu misma). Francamente no se qué maldita manía tienen las marcas de moda de hacer bikinis con partes desproporcionadas entre sí por kilómetros de tela.
Otra cosa que es todo un trauma para mi es lo apretadas que hacen las gomas. Salvo si estás super-cañón (y se caso eres una suertuda y todas las humanas imperfectas te odiaremos) siempre que te pruebas un bikini puedes sufrir el efecto salchicha. Que por la parte las gomas parece que te han embutido vamos.


Y, finalmente tenemos un nuevo invento infernal para nuestro sufrimiento veraniego: El Trikini. Si eres alta, ni tal mal. Pero si eres bajita (tamaño standard tipo 1,60) no hay manera de que a tira que une parte superior e inferior que como y donde tendría que quedar. Floja por todos los lados queda horrorosa. Y no es solo es look, es que además con la marca de moreno que te queda puedes tener pinta de cebra. Ideal vamos.


Trikini de Hervé Leger.

Así que, ¿Cómo hacéis vosotras para comprar los bañadores de la nueva temporada?


P.D. Los probadores en los que se sufre la tortura de probarse los trajes de baño necesitan un post aparte para ellos solitos.

viernes, junio 18, 2010

Que llueva que llueva....

Con lo que ha llovido estos días en Bilbao me he tenido que replantear mi vestuario. No hacía excesivo frio, pero ni mucho menos calor, pero llovía, hacía viento… Un desastre vamos.
Así que tras plantearme seriamente ponerme una carpa de circo por encima, busqué soluciones al mal tiempo.
Primero: Calzado. Había que conseguir no mojarse los pies, no matarse con los resbalones e ir cómoda en la lucha contra los elementos. Solución: Katiuskas. Estos años han sido un complemento fashion más del invierno, así que solo es cuestión de rescatarlas del fondo del armario.

Botas de Roxy.

Segundo: Ponerse algo de ropa que se moje poco, y que se seque rápido. Pues eso, si eres de las que todavía no han aparcado las medias tupidas, ponte unas con una minifalda. Así evitarás que los bajos de tus pantalones sufran ese maravilloso efecto “chupacharcos”, y siempre es más facil de llevar en el bolso un par de medias de repuesto que un vaquero.

Tercero: ¿Qué demonios nos ponemos por encima? Los abrigos de invierno ya está guardados en el quinto abismo de nuestros armario, y no hay nada más hortera (salvo el chándal bicolor de la Esteban) que llevar un chubasquero de monte en la ciudad. Solución: la muy socorrida y monisisisima chupa de cuero. No te mojas, no se estropea y se seca con un trapo.



Y por último: en momentazo “como me tapo la cabeza”. Salvo que tengas una horrible manía a alguno de tus paraguas, con viento no es recomendable sacarlos de casa. Varillas torcidas, paraguas volteados y en el peor de los casos una buena leche contra tu cabeza pueden ser las consecuencias. Así que la solución que se me ocurrió ayer fue ponerme un sombrero. Si te recoges el pelo y te tapas toda la cabeza, no hay problema ni con el peinado, ni con esos pelacos mojados que se te pegan a la cabeza. Eso sí, hay que llevar el gorro con estilo y seguridad, por que se corre el riesgo si no lo haces de parecer Blossom, y como que no es plan.



Y vosotros, ¿Cómo os protegéis de los elementos?